Mi momento microondas

By ElDePapel

Parto de la premisa que ella no es mía y, por lo tanto, no es algo que pueda ni deba controlar. Hace tiempo que aprendí que mi jaula de oro tendría que mantener siempre la puertecita abierta para que, si este bello pájaro se queda dentro, sea porque así lo desea no porque lo mantenga encerrado. Cuando la conocí la conocí libre y esta libertad es uno de sus rasgos fundamentales y por ellos es por lo que me enamoré de ella. Prefiero perderla libre que poseerla encadenada, porque la amo y eso no sería amar.
Soy humano, imperfecto, con mis inseguridades y fui programado durante 34 años en el dogma de la monogamia que implica que seré substituido por todo aquel que despierte en mi pareja sentimientos y deseos románticos o sexuales. Mucho tiempo perdido y mucho por desaprender en tan poco tiempo, pero somos seres racionales, ¿no? Apelemos a la razón y cultivemos nuestra inteligencia emocional.

Hacía un par de semanas que sabía que esta noche se iba a cenar con él y con otros amigos/as liberales con los cuales después de cenar irían al club Totem, uno de los locales swinger de Barcelona y al que habíamos hablado de que fuera conmigo por primera vez… pero aún no había podido ser. Tuve que superar el primer resquemor al frustrarse mi “complejo de colón” (es cómo llamo yo a esa necesidad de “estrenar” algo o a alguien), se me pasó por la cabeza el aparecer en el club con alguna otra chica, porque como chico solo no me ha gustado nunca ir, incluso pensé proponerme para echar una mano como camarero y así justificar que yo estuviera ahí. Ideas ridículas que, por suerte se quedaron sólo en eso, pensamientos delirantes dentro de mí.
En estos momentos es cuando empiezo mi conversación conmigo mismo. Bueno, en lugar de una conversación es una especie de monólogo. Me recito mi sermón aprendido tal como se lo diría a mi mejor amigo si se encontrara en esta situación, pero con una ventaja, y es que yo nunca me discuto nada. Aquí empieza mi momento microondas, sí, microondas porque cuando mi cabeza empieza a dar vueltas y a procesarlo todo es como si dentro de mi cabeza se oyera el ruidito del microondas:

Piensa, empieza por ahí, ¿qué crees que significa lo que está pasando? Recuerda que no eres el centro de todo su mundo y, por lo tanto, su motivación para estar esta noche ahí con él no es hacerte daño. Entonces… ¿Cuál crees que es su motivación? Te has planteado que simplemente disfruta de él, de lo que le ofrece, le hace sentirse deseada, se lo pasa bien, se divierte… él le despierta emociones, la hace vibrar… la hace feliz. ¿Y no es eso maravilloso? Cuando tantas veces le has dicho que la amas, que quieres hacerla feliz, que si pudieras le regalarías todas las experiencias y sensaciones del mundo; siempre hablas en condicional, pues sabes que no podrás dárselo todo siempre por mucho que lo desees y, por lo tanto, privarla de ello por tu limitación… ¿no te parece tremendamente egoísta?
¿Crees que él es tu competidor, tu substituto? ¿Realmente temes que no vaya a volver y se vaya a perder con él para siempre? Le gustas, te quiere y por ello, nadie puede alejarla de ti, obligarla a renunciar a ti; nadie más que tú mismo. Tanto él como tú tenéis el mismo objetivo: cuidarla, amarla y hacerla feliz; ¿eso no te recuerda más a un compañero de equipo que un rival? Sí, sé que todo esto parece demasiado utópico, ¿pero la idea del amor no lo es en sí misma?

Tengo la suerte que yo también he estado en la situación de ella y tengo que confesar que ayuda para ponerse en su piel. Recuerdo cuando disfruto de la compañía de otras personas con las que puedo compartir afecto, risas y sexo sin que ello me haga olvidar a quien amo con locura. Por mucha pasión, cariño y experiencias que pueda yo vivir con ellas, soy muy consciente que ella no debería temer perderme porque me tiene, porque me di a ella y me sigo dando sin censuras. Mi cuerpo, mi mente, mi deseo y mi alma anhelan ser suyos. Entonces… ¿Por qué no va a sentir ella lo mismo? ¿Por qué yo sí que debería perderla? No hay ninguna razón por la que ella quisiera renunciar a mí, pues yo tampoco querría renunciar a ella.
Aquí llega el “ting”, el sonido que avisa que el microondas ha terminado y que el proceso ha llegado al final. “Me ama y mientras sea así, no debo temer perderla.” Mi alma se calma y acompaña a mi cuerpo cansado que la esperaba para irse a dormir. Le mando un “Buenas noches, pásatelo genial. Te amo.” y me meto en la cama orgulloso de mí mismo. He conseguido superar los celos, soy emocionalmente un poco más inteligente, un poco más poderoso y un poco más feliz.

Visitamos…El Jardín del Edén

Al escritor y a mi nos dio por ir así de repente. Cada uno estábamos en nuestra casa, pero nos pusimos rápidamente de acuerdo para ir. Él quiso estrenar su Kilt, sabéis esas faldas que llevan los escoceses? Sabéis la coña de preguntarse si llevan calzoncillos o no debajo? jaja, pues el escritor decidió hacer las delicias de las chicas del local y las mías, no llevando nada debajo.
Yo elegí un precioso vestido de tul negro al cual le quité el forro para hacerlo totalmente transparente y me puse únicamente unas braguitas y lo adorné con un collar de piedras falsas que quedaba espectacular. Ya estaba pensando en cómo me iba a quedar ese collar cuando correteara por el local desnuda. No me lo pensaba quitar para nada 😉
Tacones y lista.

Bajé de casa y el escritor estaba esperándome desde hacía un buen rato… tuve una pequeña crisis con mi peinado a última hora, jeje. Yo creo que le valió la pena esperar y se le veía contento por poder llevarme por primera vez a ese local. Él tampoco había estado pues lo han abierto muy recientemente.
Se encuentra en Montornés del vallés y podéis ver su web aquí: http://eljardindeleden.barcelona/ . Llegamos en un “plis” y aparcamos fuera, es tipo nave industrial. Parecía una discoteca con luces de neón decorando la fachada. Me pareció muy típico, las luces de neón las encuentro un poco de putiferio y me cansan, pero bueno.
Sabíamos por la web que ofrecían una cena gratis alrededor de las nueve, pero no llegamos a tiempo. Una pareja nos contó más tarde que no había estado mal: justita, pero correcta.
La entrada es una gran puerta metálica la cual no sabíamos muy bien cómo abrir pues normalmente a los locales hay que picar un timbre, aquí simplemente empujamos la puerta hacia dentro. Nos encontramos con un caminito que acababa en unas escaleras y un chico nos recibió para acompañarnos a una pequeña recepción con guardarropía, donde un señor francés muy amable nos explicó un poquito y nos guardó las chaquetas.
– Qué gracioso – le dije al escritor en voz baja cuando el señor colgaba nuestras chaquetas-. Con ese acento parece todo muy digno.
Nos entregó dos llaves: una para el vestuario y otra para la sala del cine (¿ein?). También cuatro pulseras para pedir las bebidas.
Nos adentramos en la primera sala que era el bar y de ahí pasamos a un distribuidor que da a la discoteca y a unas escaleras que bajan al piso de abajo, donde se encuentran los vestuarios (están separados por parejas y chicos solos) y todas las salas de juego.

Jugando…

By Jletras



La Sumisión a veces es inversión.
Porque un conjunto de lencería masculina de HommeMystere os aseguro que no es algo que se compre de camino a por el pan.

Jeans, camisa blanca, náuticos y Chueca

Salíamos decididos al paseo por sus calles, a la exhibición, un lino blanco de la camisa que transparentaba los tirantes y broche del sujetador, con los necesarios botones de la camisa desabrochados para mostrar y delatar el encaje
El trato, transgrediendo mi autentica personalidad masculina. El trato en femenino, de mujer a mujer, de putita o zorrita. Cuando no todo lo contrario, absolutamente normal, de mujer a hombre. Confundiendo y provocando el morbo de los amigos y amigas, más si cabe, de ellas, amigas íntimas de muchos juegos domésticos.
Prestado a cualquiera de ellos…  ellas, ellos, o varios juntos,  que sin ser una ocasión especial me rodeaban la cintura con sus brazos para comerme los labios en cualquier lugar que nos sabíamos observados.
Provocando las miradas ajenas

Así discurrían algunas noches que prolongábamos el juego fuera de la puerta de casa

Un secreto entre sus piernas

By valentina

…ella guarda un secreto entre sus piernas…desde niña cuando imagina de cerca en un contexto sexual unos pechos femeninos se excita…y no entiende muy bien porqué pues sabe que le gustan los chicos…que le excitan y le enamoran las barbas…sus pechos con vello (si es negro mejor)…sus nalgas firmes y duras…sus piernas musculadas…sus manos fuertes, esas que cogen con contundencia…sus gemidos graves…roncos…casi como gruñidos de animal no perteneciente a la especie humana…sus penes erectos…esos que rozando sus piernas, sus nalgas le van informando de su deseo y multiplican por mil el suyo propio…
…sin embargo…guarda un secreto entre sus piernas…y es que con ellas también se ha imaginado…también a ellas les ha besado…también visualizando sus manos en sus propios pechos se ha mojado…pero es un secreto…un secreto que nunca ha hecho realidad…ni sabe si dado el caso conseguiría gustarle como le gusta en su imaginación…pero su imaginación es muy amplia…muy pícara…y libre…muy libre…todo lo libre que sus neuronas de extremo a extremo de esa materia gris que mantiene sobre sus hombros le permite…y se cuenta un cuento…
…un día se encuentra en su habitación en casa de sus padres…anda todavía arrastrando la basura que un nuevo desamor le ha dejado de recuerdo…y en ese jodido calvario de los arrepentimientos imposibles decide marchar sola a un bar de ambiente con el que fue alguna vez con aquel cabrón…no con el afán de verlo pues sabe que él por allí ya no vuelve…si no con la venganza atada en su cintura de joder al mundo entero y aventurarse a experimentar aquello que siempre quiso probarse a sí misma…
…conoce a unas chicas de aquellos días antiguos en los que fue….se sienta con ellas y a su lado una chica nueva…jamás la había visto…les presentan y comienzan a hablar…se llevan bien…jodídamente bien…especialmente bien…y encima no se porqué nota algo…algo que si fuera un chico sabría muy bien identificar pero que en este caso le cuesta creer…y todavía más aceptar su propia atracción…
…se intercambian teléfonos y quedan después de muchos meses una tarde para tomar algo, siguen charlando, las dos tímidas, las dos ensimismadas en sus adentros aunque la nueva amiga le cuenta que cuando estuvo en su país (pues es de Colombia) tuvo una crisis y se cuestionó si podía ser que en realidad le gustaran las mujeres…y ella…nuestra protagonista en cambio no se sinceró…todavía le faltaban unos cuantos años para poder atreverse a contar su secreto…sin embargo sabía que en el fondo su nueva amiga lo sabía sin necesidad de confesiones…
…pasaron otros muchos meses más…tal vez un año…y volvieron a quedar…esta vez se fueron a cenar juntas y después al bar donde se conocieron…hubo un momento en el que juntas una al lado de la otra su nueva amiga apoyó uno de sus pechos en la parte trasera de su brazo…como si no hubiera más espacio para las dos frente a la barra…y allí se quedaron quietas…muy quietas…casi parándose la respiración de las dos…y nada más…ningún roce más que aquel sutil contacto…
…después se fueron a una discoteca, juntas continuaron hablando y disfrutando de sus conversaciones…la nueva amiga sacó su papel de fumar y con los restos de hachís que guardaba en una cajita se lío un porro (todavía eran años en los que estaba permitido el consumo de tabaco en locales públicos) y juntas inhalaron ese humo blanco y denso con virutas del thc invitando a alterar las conciencias un poquito más…
…hubo un momento en que se cogieron de la mano para ir hacia otra zona de la discoteca…dos manos juntas…nada más…
…después el reloj comenzó a dar alertas…”es tarde”…”es muy tarde”…iba diciéndole…”es demasiado tarde”…y salieron del local y montaron ambas al coche…de camino ella andaba pensando “¿cómo voy a dar ningún paso?…no me atrevo…no me atrevo…no me atrevo…”…la amiga iba en completo silencio…y de pronto ella que andaba con el no me atrevo…no me atrevo…le dijo…”sabes, ahora me apetecería darte un beso…pero se que no debo…” esperando que ella le derribara los muros, los perjuicios y los miedos y los lanzara por la ventanilla semiabierta de aquel coche que andaba en marcha…pero no lo hizo…a cambio le respondió que “no lo hagas…no te arrepientas…no sabes cómo soy”….y ella que andaba con los miedos asidos a sus costados apretándole el estómago, las caderas y la lengua…enmudeció y no volvió a abrir la boca hasta llegar a su portal…la dejó…se despidieron con dos besos castos de buenas amigas y nunca más volvieron a verse…
…el cuento podría haber seguido…pero ella no sabe mentir…aunque si imaginar…y en su campo onírico alguna noche la ve acercarse a su cama…abre las mantas que la cubren y se acomoda junto a ella…le gusta imaginarla con ropa interior para hacer el camino un poco más intenso…minúsculas barreras que detengan o dificulten los anhelos…y su primer contacto real…en un idioma completamente claro y con cero miedos lo experimentan con sus lenguas…con sus labios con el intercambio de saliva…con sus respiraciones que comienzan a agitarse…con el contoneo de sus caderas…con sus pieles abrasándose mutuamente…y lo que antes era un colchón comienza a ser un mar…un mar mecido por sus propias olas…mojándose ambas pieles con aguas ajenas…
sus mejillas andan enrojecidas…sus pechos han aumentado su volumen pues el deseo tiene esa maravillosa virtud…y su clítoris ha dejado de necesitar estimulación física y cree que con un solo contoneo más las contracciones se sucederán como si de réplicas de un terremoto se tratara…
ya…por fin abre los ojos…con su mano izquierda aún mojada enciende la luz tenue de su despertador…ese que le cuenta que hace tan solo 10 minutos que apagó la luz de su mesita de noche…el corazón le va a mil…y su sonrisa dibuja un bonito y tranquilo arco invertido…se acurruca doblando sus rodillas y se tapa hasta las orejas…siempre sobre su lado izquierdo…cierra los ojos y se abandona al sueño…sabe que no hay nada mejor para dormir que al ritmo de sus palpitaciones descabalgando y volviendo al trote ligero hacia las playas de Morfeo…ella desaparece de su imaginación y se vuelve a ir por donde vino…

Nuestros sexos dormidos

By ElDePapel

¿Sabes cuándo te encuentras entre el mundo de los sueños y a lo que llamamos “realidad”? ¿En ese limbo en que eres esencia de ti mismo, no mientes, se esfuman la razón, las convenciones sociales e incluso tu propia moral ha desaparecido? Tu mente está en una especie de trance, divagando entre el inconsciente, los deseos y sucumbiendo a la voluntad de tu cuerpo. Pues en ese momento fue cuando me encontré con su piel y su calor.

Mi cuerpo reacciona instantáneamente desde el primer contacto, inspiro profunda aunque lentamente para recuperar el oxígeno reducido por el estado de latencia en que me encuentro. Percibo, entonces, su olor que me activa aún más el deseo de mi cuerpo sin alterar mi estado mental semi-ausente en el que mi consciencia simplemente se deja llevar por mi parte más primitiva, sin razón y esencialmente emocional.

La habitación está completamente a oscuras por lo que es inútil abrir los ojos pero mi cuerpo necesita percibir mi objeto de deseo de alguna manera. Privado de la vista, se agudizan mis otros sentidos, la mido con mis manos, la leo con las yemas de los dedos, la reconozco con el olfato y la acaricio con la lengua, mordiéndola con mis labios porque mi boca la quiere ingerir… la ansío dentro de mí. Y la cubro, nunca mejor dicho, por completo. Mi piel hipersensibilizada como jamás ha estado antes se extiende sobre la suya. Soy capaz de percibir cada centímetro de su cuerpo, cada pliegue, la falta de ropa, ni siquiera las braguitas que nunca se quita para dormir, hoy no las lleva. De alguna manera, ella sabía que hoy las braguitas le iban a entorpecer.
La única parte de mi cuerpo que parece totalmente desvelada busca entre las esquinas de su cuerpo ese sitio en el que anhela estar, como buscando ser arropada por un cuerpo cálido en una noche fría. Irónico porque precisamente no es frío lo que mi cuerpo está sintiendo ahora mismo, de hecho, termino despojándome del nórdico que nos cubre y que ahora nos sobra.

Sin llegar a abrir los ojos, me medio incorporo aguantando mi peso sobre mis puños y una vez equilibrado, la giro con mi brazo derecho para que me ofrezca su bellísima espalda en todo su esplendor coronada con esa nuca que me vuelve loco de ganas de morder.
Desde atrás entro dentro de ella, despacio pero firme, con una facilidad asombrosa porque está completamente mojada y su cuerpo se arquea como una contorsionista que ansía tenerme dentro… y yo la complazco pues sus deseos son órdenes para mí… sobre todo si son exactamente  los mismos que los míos.

No sé cuántas eternidades estuve entrando y saliendo de ella, creciéndole dentro en cada embestida, mordiéndole la espalda, agarrándola del pelo, sosteniéndola del cuello y terminar durmiéndonos sin alejarnos, sin salir de ella hasta que el despertador nos recordaba que este mundo no entiende que sólo somos esencialmente libres en nuestros sexos dormidos.

Inmóvil

By JLetras

Ponte en situación
imagina y visualiza
quedamos a las 21:00 h, en punto.
Todo preparado

Cuerdas con sus nudos corredizos en las patas y cabecero de la cama
iPod, auriculares
Pañuelo

Unos minutos antes de la hora, meto los pies por los senos de la cuerda en los pies. Tiro. La cuerda se aprieta.
Me pongo los auriculares, la música con bastante volumen y con el pañuelo me vendo los ojos asegurándome de no tener ningún resquicio de luz.
A tientas también meto las manos por los senos de la cuerda del cabecero y tiro, se aprietan.
Inmóvil
Sin ver nada
Sin oír
Pocos e interminables minutos después, minutos de angustia, agobio, claustrofobia, de respirar profundamente para tranquilizarme….

… siento sus manos. Recorriéndome desde los pies, todo el cuerpo sin separar los dedos de mi piel.
Me recorre un escalofrío, estoy a su merced, inmóvil.
Otras manos!!!
Ha invitado a alguien a “la fiesta”
Me besa, intensamente, mientras si, siento otras manos y el borde frío de unas tijeras cortándome la camiseta. Los pantalones, desde los tobillos, pernera a pernera, cortándola despacio, sólo siento el borde frío.
No me concentro en el beso
Manos
Bocas
Sexos
Una mujer, de más
Tiempo que no puedo calcular
¿una hora, dos…?
exhausto, dolorido, sudando, manchado de todo….

Me quita la venda de los ojos y desata mis manos
“ella” ya se ha ido
Y nunca he podido saber quien fue, jamás conseguí que me lo dijera.

Amén

By Dafne Habana.

Llevábamos tiempo hablando telemáticamente. Una amiga me comentó que era “muy muy muy” guapo y muy simpático y que también correteaba como nosotras por el mundo liberal. Genial. Fantástico. Un chico guapo, libre, parece ser que con experiencia e interesado en mí… (en adelante será S)

¿Qué más se puede pedir?
Pero mi cabeza ya me la estaba jugando… ¿Es demasiado para mí? ¿Le gustaré lo suficiente? Aunque ya estoy bastante acostumbrada a mi querido machaque, sentí mucho miedo… pues hace muchos años que estoy con la misma persona y, desde que me he adentrado en el mundo liberal, solo he estado con una persona más… alguien que me brindó toda la confianza que se puede ofrecer a una persona con una inseguridad estratosférica: el escritor. Pues bien, expresé mis miedos al escritor me aconsejó que quedara con S y que, en el improbable caso de que no quisiera nada conmigo, el escritor estaría conmigo esa tarde-noche. Sinceramente agradecí mucho su gesto… es bonito saber que, si las cosas se tuercen, un amigo te recogerá en forma de sexo y cariño.
Pasó bastante tiempo hasta que, finalmente, me armé de valor y quedé con él. Nos besamos con mucha fuerza sólo vernos… esa fuerza se reflejaba en nuestros gestos. Él me apretaba el culo con sus manos y yo agarraba su pelo. Nos mordíamos los labios, la cara, el cuello… ¡Qué intensidad! Fuimos directos a la cama, no había tiempo. En realidad, si lo había, pero lo necesitaba dentro de mí ahora, ya, now. 
Arrodillados, uno delante del otro, seguimos besándonos y quitándonos la ropa rápidamente…habíamos esperado mucho. Cuando sus manos rozaron mi piel sentí morir de placer, me recorrieron el cuerpo con destreza… a ratos fuerte… a ratos suave… Pudo comprobar cuán mojada estaba…lo había provocado todo él. S se endureció aún más (si es que cabía posibilidad) y empezó a recorrerme con su lengua. Tuve que suplicarle que detuviera sus intenciones, no quería terminar tan pronto.

                           https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/736x/b9/72/14/b97214de33661a22c69471f49b3bb895.jpg

Lo tumbé boca arriba y ahora era mi lengua la que recorría su piel. Se la agarré con firmeza para introducírmela en la boca. Me encantó el sabor, el olor…todo. Primero despacio, luego fuerte… lento… rápido… hasta el fondo.
Me ubiqué encima de él, no podía esperar más. Mi cuerpo temblaba de excitación cada segundo que transcurría. Ya colocados, cogí su sexo con la mano y lo introduje dentro de mí…poco a poco, sintiendo cada parte que lo conforma. Realmente costó ralentizar el momento, pues me encontraba sumamente mojada. 
Empecé a cabalgarle muy fuerte, no podía (ni quería) parar. Córrete en mi polla, me dijo. Y, mientras mordía mis pechos, mi mente decidió abandonar el mundo terrenal para sucumbir al celestial. Mareo. Suspiros. Temblores.  Qué sensación… 
Amén.
Gracias S. Gracias escritor.

Nosotras ya sabíamos cómo iba a acabar la noche

By ElDePapel

“Que yo esté pachucha no implica que tú tengas que quedarte encerrado en casa, con uno que pringue ya es suficiente, sal y pásatelo bien.” Todo a empezado, bueno, mejor dicho todo empezó ayer con esta frase que me dijo mi pareja y por lo que decidí finalmente ir a la cena a la que me había invitado una desconocida con la que tenía contacto por Facebook. Me apetecía conocerla o mejor dicho conocerlas porque también habría una amiga suya con la que también había estado escribiéndome alguna vez.
Así que me presenté en el restaurante en que habían quedado para acoplarme a un grupo de gente que no conocía de nada y cenar con ellos. Ahí las conocí, a Sara y a Dafne, charlamos, cenamos… se me da bien socializar pero no dejo de sentirme un poco raro sobretodo porque al no conocer a nadie previamente no sé muy bien de qué hablar. Pero lo pasé bien, conocí gente interesante y me sentí cómodo.
Después de los postres cambiamos de ubicación para tomar “los cafés” en un bar a pocos metros del restaurante y así cambiar un poco de ambiente. Cambió el tono de las conversaciones y se empezó a definir un plan para esa noche. Se dijo de ir a tomar una copa a algún sitio y propuse Uhomo. Me sorprendió lo fácil que se aceptó la propuesta y de hecho, ahí terminamos después de repartirnos entre los diferentes coches de que disponíamos.
Las noches de los jueves no son tan moviditas en Uhomo como las de un sábado, por ejemplo, pero había bastante gente y, al fin y al cabo, nuestra intención era ir a tomar algo, bailar y además conocer un sitio nuevo, así matábamos dos pájaros de un tiro.
Ahí bailamos, mucho, bailé un poco con Dafne algo de salsa y algo de bachata, siempre juego esa carta, pero no vi mucha intención de que pasara nada conmigo por su parte, todo lo contrario de Sara que estuvo jugando con el acercamiento y las indirectas prácticamente desde la cena. Pero me pareció que era su forma de ser, de jugar de estar. Bueno, pues no siempre acierto, me equivoqué, me equivoqué bastante y me equivoqué con ambas pero de eso me di cuenta luego cuando las vi a través de un cristal cómo me hacían señales para que fuera a la pecera, la sala de camas en la que se encontraban y desde la que se ve toda la pista de baile. Anda que tardé en cruzarme la pista, entrando en la zona de camas y encontrándomelas a medio camino en un pasadizo oscuro y extremadamente estrecho al que hay que pasar para acceder a la pecera.
Ahí, en esa situación se me despejaron todas las dudas, ambas me tenían ganas y me habían estado buscando desde que entramos en el club.
No me lo podía creer:

“Date cuenta de lo que está pasando. Tienes a estas dos chicas que se te están comiendo con los ojos con esas sonrisas pícaras, entre nerviosas y excitadas a escasos centímetros de ti. No tengo que alargar mucho los brazos para llegar a sus cinturas, con la mano derecha Sara y con la izquierda Dafne. Ellas aceptan mi contacto y se arquean un poco para acercar sus caderas hacia mí facilitándome el acceso a sus espaldas con mis manos.”

Se me aceleró todo, incluso la respiración lo que provocó que se me notara la excitación y eso a ellas les gustó, ya me tenían dónde y cómo me querían tener. Les confesé que estaba sorprendido, que no me imaginaba que quisieran nada conmigo, sobretodo Dafne a la que había notado poner un poco de distancia en algún momento. – “¿Ah sí? Pues nosotras ya sabíamos cómo iba a terminar la noche desde que estábamos en el restaurante.” – Ahí ya se me escapó una risa nerviosa y me puse a cien.
Nos hicimos nuestra una de las “habitaciones”, la pequeña que hay justo al entrar en la zona de camas, al lado de la jaula. Entre los nervios de lo inesperado, cansancio por el bailoteo previo dándolo todo, no sabía por dónde empezar. Sí, a veces no tengo la situación completamente controlada.

– “Antes de empezar queremos comentarte algo. Somos muy amigas pero tenemos el acuerdo de que no interactuaremos entre nosotras. Las dos vamos a jugar contigo y tú puedes jugar con las dos pero entre nosotras nada.”

     https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/736x/df/83/17/df8317394e454ba87e853684ca40cb68.jpg

Eso era una situación nueva para mí, todos los tríos que había hecho hasta el momento con dos mujeres, ellas eran bisexuales y jugaban entre ellas. Siempre he dicho que los mejores tríos son aquellos que haces con dos mujeres bisexuales y si una de ellas es tu pareja ya es de escándalo. Desengañémonos, por muy potente que seas, como hombre, por mucho que te esmeres, nunca podrás satisfacer a dos mujeres al 100% y menos a la vez… Me encontraba entonces con una situación nueva y con una sensación de presión por intentar complacerlas a las dos a la vez yo sólo. Como contrapunto tenía el ego subiéndome por momentos porque tenía a las dos deseándome a mí y sólo a mí en ese momento. ¡Venga! Por si no tenía suficiente presión, nervios, agotamiento.
Aclaradas las normas de juego, nos dispusimos a empezarlo, suavemente con besos. Entre beso y beso íbamos sacando alguna prenda de ropa. En condiciones normales, en un club me falta tiempo para desnudarme, pero es que teóricamente no tenía que pasar nada, estábamos ahí sólo para tomar algo y nos estábamos desnudando para tomarnos unos a otros. Hasta Sara me confesó que no llevaba las braguitas de follar porque esa no era la idea de cómo trascurriría la noche en el momento de salir de casa. Primero la parte de arriba, Dafne llevaba un chaleco igual que yo, eso fue lo primero en volar quedándome yo con el torso al aire y ellas protegidas aún por su ropa interior, me tomé una pausa de sacarles la ropa para centrarme en Dafne, la que estaba más nerviosa, si cabe, de los tres… por lo menos más que yo porque me da la sensación que Sara no tenía ni un atisbo de estar nerviosa. Me dediqué a besar a Dafne mientras sentía a Sara a mi espalda, acariciándome y besándome el cuello. Tan obsesionado estaba en intentar templar los nervios de Dafne a base de caricias y besos que no me percaté de lo que hacía Sara puesto que ya no notaba el contacto de su cuerpo. Cuando volvió, giré la cabeza para saborear otra vez los labios de Sara, mis labios aún tenían el calor de los besos de Dafne. Así que por un momento sentí besarlas a las dos al mismo tiempo.
Mi mano izquierda buscó la pierna de Sara mientras la derecha se encargaba de mantener el pecho de Dafne bien pegado al mío apresándola para evitar que su boca se me escapara. Se dice que los hombres no somos capaces de hacer dos cosas a la vez, es por eso que dejé que mis manos fueran por libre explorando cada una uno de los cuerpos que más deseables se me antojaban en ese momento.
Uno de los primeros de tantos escalofríos que me provocarían fue cuando mi mano izquierda, recorriendo la pierna hacia arriba de Sara, llegó a su entrepierna haciéndome descubrir que estaba completamente desnuda. Sorpresa completamente agradable, pero… ¿cómo podía ser que ya estuviera completamente desnuda mientras que yo aún llevaba los pantalones puestos y, ni siquiera el cinturón desabrochado?
Mi preocupación por no haber sido el primero en desnudarme esta vez de esfumó de repente y volví a la situación, había notado lo abundantemente mojada que estaba Sara, sentí mis dedos completamente empapados. No pude evitar traerme con prisas los dedos a la boca, necesitaba saborearla, ingerir parte de ella… deliciosa.
Necesité deshacerme de tanta ropa, necesitaba liberar mi cuerpo para ofrecérselo para que me devoraran o hicieran conmigo lo que les placiera.
Se me hizo extraño, incluso sentí que no sabía cómo podía estar por ellas dos a la vez, estoy acostumbrado a centrarme en alguien y que la tercera persona me ayude a estimularla, como compañeros con un mismo objetivo, regalar placer. Pero esta vez fue diferente, cuando me centraba en una de ellas, la otra pasaba a ser espectadora de nuestra intimidad. La verdad es que con lo exhibicionista que soy, tener público que además veía lo que seguidamente pretendía hacerle a ella… me suponía un reto morboso.
Dafne no se quitó la ropa interior, necesitaba mantener ese límite y se lo respeté, y eso hizo que su cuerpo aún fuera más prohibido, sólo podía sentir su cuerpo a través del tejido lo que me hacía agudizar mi sentido del tacto. Mordía la copa de su sujetador para que sintiera mis ansias en su pecho, presionaba sus braguitas para que sintiera el calor de mi cuerpo en su sexo, traspasé virtualmente su ropa, su barrera para llegarle lo más profundo dentro de ella con mi esencia, con mi deseo para encontrar el suyo.
En todo momento sentía la mirada de Sara que nos observaba disfrutando de nuestros cuerpos bailando en horizontal a escasos centímetros del suyo. De vez en cuando, alguna de mis manos la buscaba para cerciorarse de que seguía ahí… y la encontraba.
Luego Sara fue quien acaparó mi atención, repasé su cuerpo con prisas, parecía que quisiera memorizarlo antes de que desapareciera. Ya había probado el sabor de su sexo y no me había saciado aún el hambre de él así que no tuve más remedio que situarme entre sus piernas, quería alimentarme de ella, no era un deseo, era una necesidad vital.
Dafne no pudo evitar regalarme caricias y besos en la espalda mientras yo me centraba en provocar un orgasmo a su amiga con mi lengua y mis dedos. No sé quién de los dos se lo agradecerá más pues yo sentía el placer de sus regalos pero intensificaban mi voracidad que saciaba con Sara.
El tiempo se nos pasó volando, lo que tenía una cena y copa de esas medio de compromiso que con total seguridad te permitirá estar de vuelta en casa poco después de medianoche, se había prolongado hasta más allá de las cuatro de la madrugada.
Cuando salimos de ese especie de estado de embriaguez y nos dimos cuenta de la hora que era, bajamos a la tierra y, sensatos como queríamos parecer, decidimos retirarnos. En la cola del guardarropa, se sucedían miradas y sonrisas, de vergüenza por sabernos desconocidos que habían compartido momentos intensos, apasionados y cargados de intimidad. Salimos a la calle y buscábamos excusas para no separarnos, para que la noche no terminara ahí. No podíamos simplemente irnos cada uno por su lado así que apuramos hasta que el sol ha salido impertinente recordándonos que, quisiéramos o no, la noche había terminado.
Ahora me siento en mi cama, muerto de sueño, agotado y con la mujer de mi vida durmiendo a mi lado. Ella aún no lo sabe pero siento profundo agradecimiento y amor por el regalo que me ha hecho esta noche.

– “Buenas noches amor mío, me lo he pasado muy bien y me muero de ganas por contártelo todo. Te quiero.”

Me tumbo a su lado, la abrazo y me duermo en su pelo.
Aún me dan escalofríos cada vez que recuerdo sus miradas, sus sonrisas, sus caricias y sus besos… como ahora mismo, por ejemplo, uno me recorre la espalda y tiemblo.

Mis primeros pasos

By Dafne Habana.

La imagen puede contener: una o varias personas 

Cogió su cinturón y se lo ató al cuello. Me dijo: cógelo. Sentí una electricidad que recorrió cada poro de mi piel. 


Una fuerza sobrehumana se condensó en la mano que sujetaba la correa. Aprieta. Apreté. Otra descarga eléctrica… pero esta vez se centró en mi sexo. Placer y preocupación. ¿Le haría daño? 

Me ubiqué encima de él para que me penetrara, aunque en realidad lo estaba haciendo yo. Su actitud cambió por completo… sumisión. 

En ese instante me sentí poderosa…tiré con más fuerza del cinturón que apretaba su delicado cuello, mientras entraba dentro de mí. Al acercar mi boca a su piel, a su cuello y su hombro exactamente, un instinto animal se apoderó de mi razón. Su olor, su sudor… inhalé sus hormonas y mordí. Mordí no tan fuerte como quería, pero mordí. Esa presión que ejerció mi mandíbula sobre su carne me mareó, me drogó por completo. 

Desconecté del mundo terrenal por unos segundos. Sin darme cuenta estaba apretando con más fuerza su cuello y paré de golpe, le desajusté un poco el cinturón y le pregunté si estaba bien. Me dijo: Sigue.

Volví a apretar, esta vez más firme. Me apetecía comérsela, sabe tan bien… Sin soltar mi mano de la correa bajé. Con cada embestida de mi boca tiraba más y más de su cuello. Él gemía de placer y yo notaba su excitación en mi boca. Mis gemidos no se quedaban atrás… esa situación era tan bizarra como placentera. Temblaba, siempre lo hace ante el punto más álgido de éxtasis. Sus pequeñas pero intensas convulsiones me parecen tan tiernas…él no me ve, pero sonrío cada vez que lo hace.

Esa misma tarde sentí remordimientos… es alguien a quien quiero y ejerzo dolor sobre su cuerpo para aumentar mi placer (y también el suyo, pero eso no lo pienso en mi momento “machaque”). ¿Qué clase de persona soy? La oscuridad me invade… jamás había hecho esto. 

¿Por qué ahora? 

Simplemente porque él me inspira eso…mi instinto más animal despierta como una bestia que ha estado dormida durante mucho tiempo. Una bestia que lo devora, que le arranca la piel y me (nos) lleva al límite. Los horizontes se difuminan y todo se vuelve abstracto, sin sentido…aun así encuentro el orden, mi orden.

Ese día supe con certeza que había iniciado, gracias a él (y gracias a mi confianza) algo importante en cuanto a preferencias sexuales se refiere… mis primeros pasos hacia la dominación.

Momento microondas part.4

Yo sólo que quiero gritar contra el cojín del ejercicio mental que estoy haciendo y luego desternillarme de la risa para soltar el estrés. Es mi miedo a perderle el que toma el control de mis emociones. Jamás me había pasado esto con nadie… él, el escritor diría como ya ha hecho en multitud de ocasiones, que lo que me pasa es que nunca he tenido una pareja poliamorosa.  Tiene razón, nunca he tenido que lidiar con que un amor mío tuviera que estar con otra.
A nivel sexual me da bien igual, es cuando hay emoción que me empieza a tocar la pera. Es pequeño y pasa desapercibido y se muestra como unos celos, pero es miedo. Sé que el escritor no va a dejarme, es más miedo a que baje el nivel conmigo. Me encanta que esté así de amoroso conmigo, no confío en que si viene otra persona a su vida pueda añadir y no quitarme a mi. Esto sólo el tiempo lo dirá y no debo estresarme por ello. Por el momento tanto Dafne como él me han dicho por activa y por pasiva que lo suyo es sexo y aprecio mutuo, pero yo veo amor.
Sé que hay muchos niveles de amor, tampoco puedo pretender (dios me libre) ponerle techo o forma a ese amor que tienen. Que piense esto no quita que no tenga que gestionar estos momentos y pasar el dichoso rato microondas. Que no sé si ya habéis entendido por dónde va lo del microondas… yo hice “ding” cuando Dafne vino a verme al día siguiente con toda su bondad y alegría. Estos microondas me cuestan, pero cada día lo hago mejor.
En la visita que me hizo Dafne se le escapó que había dormido ahí y que habían follado de otra manera. Lo primero me dió igual, lo segundo me lo enterré para preguntarle al escritor cuando lo viera.

Yo decido, mi experiencia depende de mi y de que me sienta X cuando Y haga Z.
Es muy fácil decirlo, filósofo! Ahora me toca aplicarlo y voy a por ello.

Love,

Sara Curiosa.